Qué difícil es hacerse mayor sin darse cuenta y ver cómo tu hija puede cometer los mismos errores que tú. Entonces, la liberación femenina por la que tanto luchaste se vuelve en tu contra dentro de tu propia casa y surge la dicotomía entre lo que pensabas con 25 años y lo que piensas con 40.
Qué difícil es enamorarse a los 40 como una adolescente y regañar a tu hija de 16 por hacer lo mismo. Tan difícil como leer todo lo que ella escribe y no encontrar el momento de sincerarte con ella. Una historia para nada nueva, pero con un matiz distinto esta vez, una tragicomedia de nuestros días con los ingredientes de siempre, unos chicos de instituto de última generación y sus conflictos sentimentales.
Un relato que a todos nos cuentan y que todos vivimos. Conflictos generacionales ente padres e hijos del siglo XXI, relaciones vía móvil, Messenger y demás sucedáneos de la cibernética, que conducidos por el tema principal del amor adolescente, y acompañados por la banda sonora del grupo de música del chico guapo de la peli, nos da una combinación semi-nostálgica con un tono predecible, pero que está bien para pasar el rato.
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