17 ago 2009

Enemigos Públicos: Como un trailer enmascara una película


Llevaba unos meses esperando este film de Michael Mann tras ver el trailer en Estados Unidos y darme la sensación de resultar otra de esas volátiles y dinámicas películas del director de obras de acción para enmarcar como Heat (1995), El dilema (1999) o Collateral (2004). Sin embargo, las apariencias engañan y tras más de dos horas de película las sensaciones se tornan hacia el aburrimiento y la difusión de la historia, muy atrancada en determinadas rachas y con una cierta poca claridad de ideas de este director, que, al parecer, ha dejado sus mejores obras en el pasado (El Último Mohicano, Heat) y ha entrado en una notable pájara con sus dos últimos films, Corrupción en Miami y Enemigos Públicos.

Y es que un trailer es lo que es, una herramienta comercial de imán para atraer al público a las salas, y en este caso ocurre el otro lado de la moneda de lo que suelen desprender los trailers (y que siempre puntualizo en las críticas de filmes), el sumario es mejor que la película. Esta historia ambientada en la América de la crisis de los '30 donde los criminales brotaban de cada rincón del país tienen una alta carencia de continuidad. El relato se entorpece, los personajes alrededor de John Dillinger (Johnny Depp) están poco definidos como el caso de Melvin Purvis (Christian Bale) que, actuando de agente de la ley en busca de Dillinger, está muy poco detallado y en ocasiones, confundido su papel de perseguidor de los delincuentes con sus compañeros de profesión en el film.

Mann se tambalea además con la realización, dando un corte moderno a una película de atmósfera clásica (años '30) con cámara al hombro en determinados planos que hace dudar sobre la cordura del director norteamericano para una película que parece mucho más aprovechable, y en la que también ahondan fallos en la historia, labor de unos guionistas (incluido el propio Mann) de poco peso para una producción que debía haber sido mucho más escandalosa en cuanto a la acción y que se hace tan espesa como la anterior película del realizador, Corrupción en Miami.

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